viernes, 7 de noviembre de 2014

Después de un día malo viene un día mejor....

Todos tienen un mal día, un mal día le pasa a cualquiera incluso sin han realizado todo correctamente, es perfectamente normal y se necesita tomar de la mejor forma posible (al menos que queramos que el mal día se convierta en una serie de malos días).

Después del maratón tuve que estar en "descanso" una temporada hasta que me recuperé de la lesión de cintilla o al menos ya no sentir dolor. Después de la rehabilitación retome los entrenamientos, aunque sin posibilidad de ir a las clases de técnica y fuerza pero poco a poco he ido avanzando, las piernas se sienten más fuertes y la resistencia mejora con los kilómetros recorridos. Por poco olvido como era checarme el azúcar mientras corro, perdí el ritmo pero lo estoy recuperando, aunque no suspendí totalmente el ejercicio si disminuyó bastante después del maratón con lo cual tuve que hacer los ajustes necesarios en la dosis basal de insulina para continuar con el buen control.

Sin embargo el domingo pasado tuve un mal día. Inició desde la madrugada cuando tuve que levantarme al baño (cosa que prácticamente no me pasa), ahí supe que algo no andaba bien, me cheque y traía 230mg/dl hice mi corrección con la microinfusora y volví a dormir, en la mañana antes de desayunar vi que la glucosa se había mantenido, desayuné y volví a hacer la corrección. A pesar de haberme puesto a hacer arreglos en casa pensando que ello ayudaría a la insulina a actuar seguía sintiéndome un poco mal, la boca seca, un poco de cansancio y así mi glucosa antes de comer ya estaba en 560 mg/dl, a tomar acciones inmediatas, cambio de catéter, suerito sin azúcar y descanso.

Terminé la tarde dormida pero cuando desperté mi glucosa ya estaba en 180mg/dl, todo regresaba a la normalidad. Obviamente ese día no hice nada de ejercicio, me lo tomé relajado aunque si le había comentado a mi marido que si la glucosa subía o se mantenía en esas cifras habría que ir al hospital sobretodo para evitar una deshidratación o investigar la causa de la hiperglucemia como podría ser una infección. Afortunadamente no fue necesario porque las acciones realizadas en casa fueron suficientes y la razón de mi repentina subida de azúcar en sangre fue solamente un catéter tapado.

A lo que voy es lo siguiente: hay ocasiones en que uno está haciendo las cosas correctamente, hace ejercicio, come bien, se monitoriza la glucosa pero hay causas ajenas a uno que hace que uno esté mal o se descontrole, en este caso fue un catéter tapado que ni siquiera la microinfusora detecto, pero como eso hay muchas cosas en la vida que pueden salir mal: una mala decisión, una mal interpretación, una lastimada o simplemente algo ajeno a nosotros que nos impacta de alguna manera  sin que pudiéramos tomar el control. Las cosas pasan, las glucosas se suben pero lo que si podemos controlar es qué hacemos al respecto. 

Mi marido (quien para mi fortuna también tiene diabetes y no me mal entiendan, para mi fortuna porque, como también tiene diabetes, ambos sabemos como se siente que el azúcar suba o baje y como afecta en el estado de animo lo cual nos hace empáticos y un poco más pacientes y tolerantes) me comentó que le gustó que a pesar de tener el azúcar elevada estaba incluso haciendo bromas y no tan irritable como se pudiera haber esperado (yo creo que estaba feliz porque como me quedé dormida se chuto su partido de futbol americano sin mis interrupciones dudosas).

Diferente habría sido si me hubiera estresado o enojado porque no logro tener el control de mi glucosa, lo cual habría generado incluso que la glucosa subiera más. Sabía que estaba haciendo lo que se necesitaba y era cuestión de tiempo y de tenerme paciencia para que los niveles de azúcar regresaran a lo normal, sabía también que me quedaría un dolor horrible de cabeza así que previniendo eso me tomé un advil el cual me ayudó a aminorar ese efecto. No se si el haber corrido el maratón en el que el cuerpo pasa por todos los dolores posibles y sin embargo tanto el cuerpo y la mente saben que al final de esos 42.195 km todo ese malestar pasará tenga algo que ver, pero lo que si se es que después del maratón hay dos formas de realizar las cosas: o lo tomas ligero, te tienes paciencia y mucho amor sabiendo que todo acaba y que si haces lo que se necesita para solucionarlo la respuesta llegará o bien te estresas, te enojas, te sientes mas mal, haces sentir mal a los que te rodean y al final... la respuesta llegará también, quizá mas tarde que en la primera opción, con sentimientos de culpa y mas disculpas que pedir.... al final de todo, después de un día malo llega un día mejor...


domingo, 14 de septiembre de 2014

My Sweet Sweet marathon!!!

El día llego, domingo 31 de agosto a las 5:00am suena el despertador, esta vez sin titubear, glucosa 95mg/dl me tomo un glucerna y comienzo con el ritual: baño rápido medio templado, medio frío, todo el equipo revisado dos veces, por si las dudas, un poco de suero sin azúcar y media pastilla de corpotasil LP como no quiero abusar del gatorade (aunque ya me dijeron que aproximadamente en cada vasito que dan en la carrera son como 7 u 8 g de carbohidratos no quiero arriesgar) y por aquello de los calambres. Salimos del hotel como a las 6:05am, nosotros estábamos en el penúltimo piso, al subir otros dos corredores con la misma cara de nervio y emoción estaban ahí, el elevador se detenía en cada piso hasta que ya no cupimos más, los corredores de los primeros pisos decidieron bajar por las escaleras mientras bromeábamos en conjunto que les serviría de calentamiento.

Ya en la Alameda era increíble la cantidad de corredores, entre calentando, reuniéndose con sus equipos, dando los últimos consejos y abrazando a sus familias, la energía que fluía era increíble, imposible no sentirla. De repente ya estaban llamando a los corrales, era tiempo de hacer un calentamiento y ponerse en el lugar de salida, me despido de mi esposo “nos vemos en la meta… y en donde nos encontremos!!” Creo que pocas veces he tenido toda esa combinación de sentimientos como los que tuve ya en el corral: “no se cómo, no se cuanto me voy a tardar, pero lo voy a lograr” fue mi mantra durante la carrera. El clima estaba increíble, nublado, delicioso, la gente afuera de los corrales traían chamarras y suéteres, yo estaba solamente con shorts y playera sin mangas y absolutamente nada de frío, la adrenalina fluía en mi cuerpo, de repente comenzó a chispear… mmmm nada mal mientras no pase de ahí, comenzó a sentirse más fuerte hasta que ya era imposible taparse porque el agua escurría tal como si estuviéramos bajo una regadera, unos se preocupaban por los celulares, otros por sus reproductores de sonido, mi preocupación iba más allá: ¡¡mis cubitos de azúcar!! Como ahora puse bastantes los tuve que poner en dos partes, unos en la bolsita de atrás de mi short y los otros, la mayoría en una bolsita de hilo atorada en el cinturón donde llevo el glucómetro, las tiras, el lancetero, el teléfono, la microinfusora y el iPod, todo ello expuesto a la lluvia sólo tapado por la playera que me la jalaba para que tapará más, el problema con los cubitos es que vienen envueltos en papel y con el agua me preocupaba que sólo trajera una melcocha escurriendo por mis piernas y no gasolina para mis hipoglucemias, en fin, no había más que hacer, no tenía caso preocuparme porque tampoco sería algo que me iba a detener, afortunadamente no use la playera de algodón que tenía pensada y preferí una de tipo lycra dry fit que evito que sufrieran mucho dañó los dichosos cubitos y me durarán hasta el final del maratón. De repente se prendio el arco de salida y comenzó la cuenta regresiva con un video de motivación que entre los gritos de entusiasmo y la lluvia se perdía en partes pero el mensaje era claro… “¡No te detengas… las carreras más duras, las más difíciles y extenuantes son las que recuerdas con mayor alegría!”… A CORRER SE HA DICHOOOO!!!

Es difícil no seguir el paso y ponerle un cuenta gotas a la adrenalina cuando comienzas a correr, pero en mi mente me repetía: “tu a tu ritmo y yo al mío, no vengo a ganarle a otro, voy a ganarme a mi, vengo a ganarle a la diabetes” mientras tanto iba sorteando los charcos, limpiandome la cara hasta que de repente vi que ya había pasado el kilómetro 5, ¡ni los sentí! Mi ritmo cardíaco iba bien, me velocidad iba dentro del promedio, ¡vamos a checar la glucosa! Me había preparado durante muchos entrenos para checarme la glucosa sin detenerme, podría parecer un malabar pero yo ya lo tenía todo bien controlado, todo excepto la lluvia. Las tiras funcionan por capilaridad así que al abrir el bote en el que están y sacarlas con mi mano empapada hacia que llenara de agua, el glucómetro registrara un error y no me dejara poner la sangre que ya traía en el dedo escurriendo por el agua, así se me fueron 3 tiras y ni como secarme si toda yo era una gota de agua corriendo. Como no sabía cuanto traía de glucosa aplique el “tanteometro” cosa que no me gusta porque mis cálculos se pierden, así que me comí sólo 3 cubitos de azúcar (22.5g de carbs) asumiendo no tener hipoglucemia (que tampoco la sentía) como en los entrenamientos en los que me comía hasta 6 cubitos de azúcar y más bien estar como por 110mg/dl por el efecto de la adrenalina que ya había experimentado en otras carreras.

Por ese tiempo vi a mis papás por el monumento a Colón, también estaban hechos sopa pero su grito y el saber que estaban ahí me motivo y me recordó que me esperaba su abrazo en la meta. Poco después de los 10km la lluvia menguó, volví a intentar checarme en el kilómetro 10 pero después de desperdiciar dos tiras desistí, aun pesar de que había puesto tiras de más temía acabarmelas y no tener cuando mas las necesitara, aplique la misma estrategia del kilómetro 5 y me comí 3 cubitos de azúcar. Aunque a veces era inevitable pisar los charcos la carrera se hizo más agradable, total, un charco más, un charco menos no hacía ya mucha diferencia en mis pies, para ese entonces comencé a disfrutar la ruta porque ya podía ver sin estarme limpiando los ojos o caer en uno de los grandes lagos de la Ciudad de México como les llamaban a los baches, pude disfrutar el museo Soumaya y las tiendas de Mazaryk , estaba feliz, eufórica, me sentía genial, iba en el kilómetro 15 y al fin pude checarme la glucosa, 125mg/dl nada mal, decidí sólo tomarme un vasito de gatorade (8g de carbs) que me supo a gloria. De hidratación iba bien, en cada abasto de agua tomaba una, tuviera o no sed pero me preocupaban los calambres por la humedad que vendría después de la lluvia.

Kilómetro 20, estábamos en la zona de Chapultepec cuando escucho mi nombre, eran Carlos y Brenda, dos preciosas personas y que tengo la suerte de que sean mis cuñados, creo que mi felicidad por verlos se descubrió por mi enorme sonrisa, ¡más energía inyectada para continuar! ¡casi vamos a la mitad! Después de terminar me contaron su travesía para llegar al km 27, encontrarse con mis papás y mi esposo y volverme a regalar más porras y más energía para continuar. Mientras tanto yo corría por el Castillo de Chapultepec en el km 23 casual checandome la glucosa (estaba disfrutando tanto que se me habían pasado los kilómetros), glucosa 104mg/dl, otros 3 cubitos de azúcar (22.5g de carbohidratos) mi diabetes parecía también disfrutar la ruta, ya se veían en el camino corredores acalambrados, otros cojeando, calcetines que alguna vez fueron blancos abandonados, baños con largas filas y de repente un enorme charco que sólo los corredores elite y uno que otro suicida atravesaron, todos los demás temíamos a las ampollas porque aún nos faltaban al menos otras dos horas corriendo así que hicimos nuestra pequeña versión de maratón spartan atravesando lo que en alguna hora de la mañana era pasto y se había convertido en una trampa de lodo chicloso y resbaloso causa de muchos lesionados en el maratón, afortunadamente salí “ilesa” sin embargo mi rodilla comenzaba a hacerse notar, mi problema de la cintilla sutilmente (en ese momento, después lo hizo de manera evidente) quiso participar en el maratón.

Paseo de la Reforma, se notaba que ya no llovía porque las porras comenzaron a salir las calles estaban llenas y las animaciones en ruta del maratón eran más animadas, en el kilómetro 27 me encontré a mi familia, que enorme alegría verlos, mi mamá no se como se había apropiado de un micrófono de los animadores y de repente tenía una gran porra dándome ánimos, mi primera amenaza de calambre se hizo presente, creo que en realidad quería chiqueamiento de mi papá que me ayudo a estirar, poco antes me había detenido en un puesto de apoyo médico para que me aplicarán un poco de pomada para mi rodilla, pero no había, la enfermera se disculpó diciendo que por las lluvias, los charcos y los resbalones en Chapultepec habían tenido muchos lesionados pero que quizá adelante habría más, “quiza” pensé, “y si no?”, entonces aplique un poco de agua del abasto anterior, absurdo pensarán pues ya había pasado por lluvia y charcos sin embargo ayuda, aunque sea mentalmente.

Después de ese bombazo de energía y a pesar del dolor llegamos al kilómetro 30 cuando encontré un grupo de corredores parados con dos paramédicos ¡tenían pomada…y masaje exprés en la zona de dolor!, valió la pena mi espera de entre 5 o 10 min porque pude correr un poco más, definitivamente ya no estaba disfrutando el maratón pero las porras, los comentarios chuscos en las pancartas, los niños con sus manitas levantadas para darte un animoso “hi five” y diciéndote ¡falta nada! lo hacía más llevadero. Mi glucosa iba en aumento según lo tenía visualizado: 184mg/dl, hasta ese momento había mantenido la microinfusora apagada e iba corriendo como cualquier mortal pero era tiempo de encenderla y evitar una hiperglucemia.

Durante el recorrido por la Condesa había una cantidad enorme de alimentos, desde barritas de proteína, puestos de dulces, mantecadas y todas esas cosas que uno con diabetes no quiere ni ver y menos cuando el hambre comienza a aparecer después de un poco más de tres horas corriendo, pero mi mayor tortura fue en el kilómetro 32 cuando vi una señora a la mitad de la calle a la que todos los corredores se le acercaban como moscas, la causa, una charola de mitades de sándwiches de nutela tostados, aún la veo en mis sueños corredores, titubee en detenerme, “mi azúcar esta tirando para arriba, no debo, pero quizá, quizá, un bombazo de insulina, pero nooo, porque luego puede venir una hipoglucemia y ahí si cual muro del corredor, sería una muralla, pero tengo hambre, estoy cansada, me duele la rodilla, seguro ese pan con nutela me quita mi dolor, además la grasa de la nutela…” Cuando me di cuenta ya la había pasado, casi se me sale una lágrima pero no pensaba regresar ni un paso, ni siquiera por esa delicia.

Kilómetro 35, el dolor de la rodilla que se disparaba hacia arriba era insoportable, cada paso era un suplicio, comencé a odiarme, me gritaba para mis adentros lo loca, inconsciente, absurda que había sido mi idea de correr un maratón pudiendo estar en mi casa, en mi cama, sin dolor de pierna, ya se sentía y pesaba la cuesta, “sólo te quedan 7km” me gritaban, “si claro, como ustedes están ahí con sombrita, secos, sin dolor se les hace fácil” pensaba mientras esbozaba una sonrisa de agradecimiento, en el fondo todas esas porras son increíbles, no dejan que te detengas y te impulsan, pero estaba pasando por el peor muro, el muro mental, yo quería llorar, traía nudo en la garganta pero recordé que tenía que checarme la glucosa: 165mg/dl, al menos estaba estable y le había ganado al muro del corredor a causa de la hipoglucemia, ese no me lo encontré porque (tal como lo había platicado con mi entrenador) él tener diabetes tiene una ventaja ante los otros corredores en el maratón, si se ha mantenido los niveles estables durante la carrera tus reservas de glucógeno y la glucosa en sangre te hacen brincarlo, estaba ganándole la batalla a la diabetes y mi mente ni me iba a hacer de las suyas, al final yo soy la que le manda que hacer. Puedo decir que gracias a ese chequeo de glucosa le di vuelta al muro mental y pude sobreponerme, comencé a visualizar el túnel del estadio, la llegada, la meta, ¡lo iba a lograr!

El calor y la humedad eran insoportables, había pasado por todos los estados de ánimo y por todos los climas posibles de la Ciudad de México. Otra parada a pomada y masaje, en realidad tenían razón, son sólo 7km, el equivalente a una vuelta al parque metropolitano sólo que de subidita, los dos siguientes kilómetros iba mucho más lento, a ritmo de 9:30 el kilómetro, ya no había nada que me quitara el dolor, ni la pomada, ni hielo, ni agua, de repente hice un estilo de caminata y note que el dolor disminuyo bastante, ya no podía parar, el detenerme me ocasionaba más dolor, y solamente pensaba aguantarlo cuando pasara la línea de meta, comencé a hacer estilo caminata y vi que el tiempo que hacia era sólo 10 segundos más lento que cuando iba trotando con el dolor, así que me aventé los kilómetros faltantes de esta manera, volví a levantar la vista, vi a una futura maratonista en su silla de ruedas, si a mi la subida me estaba destrozando no quería saber como estaba ella, con las porras y la energía de los últimos kilómetros le pregunte: ¿te ayudo? Creo que no lo pensé y por un momento me olvide que no podía ni con mi alma, pero afortunadamente otro corredor con un poco más de energía lo noto y me dijo: “ahora me toca a mi”, me parece que sólo la ayude como 5 metros pero ese apoyo de los corredores como el que vino a rescatar mi propio rescate así como la ilusión, esfuerzo y ánimo en los ojos de la chica en silla de ruedas y su gracias son de las cosas que valen la pena y te hacen caer en cuenta de la maravillosa oportunidad y momento de vida que un maratón te comparte.

Kilómetro 40, tiempo de checar nuevamente como iba mi compañera: 159mg/dl….. ¡¡¡¡¡Yeiiiiii!!! Ya estaba todo hecho, ya estaba ahí, dos kilómetros, diabetes controlada, dolor mmmmm podemos decir que controlado también, la cuesta era más pronunciada y esos dos kilómetros me parecieron como 10, de repente, ahí estaba, el estadio universitario ¡al fin! no puedo expresar el sentimiento que me provocó, es el sentimiento de haberle ganado una batalla a la diabetes después de casi 20 años de vivir con ella, de tantas cosas negativas que se dicen, haberle ganado la batalla a tantos “no” que llegaron después del diagnóstico, haberme ganado y vencido a mi misma, a mis propios “no puedo”, tener la certeza de poder lograr lo que quiera mientras me esfuerce y me aplique, tener esa sensación de ser invencible y que ahora cualquier dolor cualquier situación ya no se ve ni se siente de la misma manera. Iba pensando todo eso cuando de repente veo y escucho a mi papá, por quien comencé a correr, quien me levantaba a correr en las madrugadas y me llegó a pagar por kilómetro que corriera (lástima que ya no lo haga jajaja, creo que ya no le sería redituable) ¡ya llegaste, ya llegaste! aun lo recuerdo decir claramente, ¡anda, corre, ya no es nada!, yo quería decirle que no podía, que me dolía muchísimo, sin embargo comencé a correr, los ojos se me llenaron de lágrimas, creo que hasta el aire me faltó porque ya no podía respirar.

Baje por la rampa, vi a mi papá arriba, feliz, como si fuera él el que estuviera llegando a la meta, entré al túnel, el contraste de luz lo hacía sentir más oscuro, los gritos de la gente, mis gritos, era el momento que había esperado vivir desde hacía un año, de repente aparece la rampa de subida, la luz no deja ver claro por un momento y de repente el pasto verde, la pista suave de tartán, la gente en las tribunas, sabe a gloria, estoy tan cansada, enfocada en la meta, con lágrimas en los ojos, el llanto contenido, el dolor que no logre escuchar los gritos de mi familia, de repente escuche ¡Eugenia! Era mi esposo en su casi último grito desesperado porque yo no volteba. Ahí estaban, después de haber pasado por su propia maratónica travesía para llegar a CU y esperarme, unos metros antes de cruzar la línea de meta lo único que salió de mi boca fue ¡ya llegue!. Después de todo, después de tanto lo había realizado, como dicen: “si quieres una vida diferente, corre un maratón”. El camino era largo para llegar por la medalla, yo iba siguiendo a la gente, no sabía donde estaba ni a donde iba sólo caminaba porque no me podía detener, cheque mi glucosa 136mg/dl….¡¡qué más puedo pedir!! Mi diabetes, si, esa como tantas otras que mata gente, que amputa piernas, que causa diálisis; esa diabetes tan mía que es tan igual a las otras no puso ni un solo pero en todo el trayecto, a pesar de tiras gastadas, cubos de azúcar derretidos por la lluvia, dedos sangrantes, llegamos juntas como lo hemos estado desde mis 16 años.

Salí, las líneas de celulares estaban saturadas sin embargo logre comunicarme con mi hijo que estaba con mi hermano (maratonista como ahora orgullosamente puedo decir que soy yo jojojo), ¡lo hicimos chaparro, lo hicimos! Mis lágrimas salieron, mi hermano me decía que lo había hecho, que estaba orgulloso de mi, mis sobrinas y cuñada echaban porras en el fondo, agradecí y colgué, quería encontrar a mi esposo, a mis papás, a mis cuñados en fin, a MI gente, teléfonos bloqueados, ni mi esposo, ni mi mamá tenían línea, de repente entro la llamada a mi papá, di con el y sólo pude abrazarlo y llorar: ¡mira lo que me has hecho hacer! Lo besaba, lo abrazaba, ¡lo hiciste! ¡Y ya no llores porque me vas a hacer llorar! Me decía con voz entrecortada y su nariz roja. Definitivamente si lo que buscas es un momento de felicidad infinita y de vida necesitas correr un maratón. Buscamos masaje pero tardaban mucho, me pusieron hielos detenidos con papel auto adherente, me dijeron que iba a sentir como si me quemara… ¡Por favor! ¡Acabo de correr un maratón, no siento nada!

Por fin nos encontraron mi mamá, mi esposo y mis cuñados, otra vez el llanto, aunque un poco más contenido, habíamos logrado todos un maratón juntos, corrimos juntos, los lleve conmigo, pensaba en ellos y por ellos no desistí porque sabía que ellos habían cumplido su parte y yo no podía fallarles a mi promesa de “nos vemos en la meta”.

Ahora se porque me tarde en escribir, el recordarlo hace que mi piel se ponga chinita, se haga un nudo en la garganta y los ojos se llenen de agua… el recordarlo hace que quiera volver a vivirlo, no importa si sufrí, no importa si llore, si he tenido una lesión, si mi uña está por caer, no importa si llegué a pensar en no volver a correr jamás, el próximo año ahí estaré porque ese maratón me debe una y yo le debo más…. yo le debo una nueva vida…




sábado, 23 de agosto de 2014

La importancia de un buen guía...

Tic, tac, tic, tac.... Una semanita para el día tan esperado, el día del maratón de la Ciudad de México... El trabajo esta realizado, ahorita sólo toca descansar, relajar un poco los músculos y regresar a escribir que entre el trabajo, entrenos y demás lo había dejado a un lado.


La semana pasada fui con mi entrenador, básicamente a que me hiciera un "cocowash" porque me sentía agotada, desanimada, corría porque me tocaba correr pero por ganas como antes no. Me explicó que era prácticamente normal, había estado durante dos meses corriendo todos los sábados al menos 21km más las series y clases de fuerza y técnica que me correspondían, mi cuerpo estaba cansado. Platicamos de mis dudas, mis miedos y entonces corroboré el porqué había elegido este grupo de atletismo, así que les platicaré de ellos.


Cuando tome la decisión de correr el maratón "de puro coraje" (ósea una especie intento de reenfocar positivamente mi energía y pensamiento después de un momento de mucho dolor derivado de la pérdida de nuestro bebé) pensé en que no podría arriesgarme a correr un maratón sin experiencia y al tanteo así que me puse a buscar los grupos de atletismo de la ciudad, encontré varias opciones entonces comencé a valorar lo que cada uno implicaba: costos, horarios de entreno, si daban clases o era sólo correr, lugares de entrenamiento, experiencia, bueno hasta el tipo de playeras o uniformes que usaban. De los varios grupos quedaron dos y la pregunta que me hizo decidir fue: y ¿cómo controlas los avances, cómo controlas los entrenos, el rendimiento y sobretodo... cómo se manejaría el tema de la diabetes?. Primera opción: "primero tienes una entrevista con el doctor (que es el coach principal) después se te hace una prueba de esfuerzo con medición de ritmo cardíaco, de lactato, oxígeno y glucosa y de acuerdo a los resultados se te ajustan las zonas de entreno y se te hace el plan el cual puedes ver en una aplicación directamente en tu teléfono". Segunda opción:"pues según te vayas sintiendo vamos modificando" ¡gulp! Definitivamente no era lo que tenía en mente y menos después de la primera opción, y no es un mal grupo, al contrario, pero para mi con la diabetes y quererlo hacer de forma un poco más segura y no al tanteometro, la verdad mi idea de correr un maratón es llegar a la meta cansada pero completa y a mis casi 20 años con diabetes aunque no me sienta diferente si es diferente.


Esta claro que elegí mi primera opción, decidí y me aceptaron como parte de #AquilesMD. Comencé en febrero, durante la entrevista con el Doc Jesús Rivera (que no sólo es entrenador sino corre triatlones, maratones y demás, ósea que lo que dice no sólo es teoría sino lo vive y práctica lo cual siempre es un plus) me comentó que entrenó a un chico con diabetes tipo 1 para triatlón me dio mucha confianza, sabía hablar mi idioma en relación a la diabetes. Fue el que sugirió checar la glucosa cada 5km y apagar la microinfusora 30min antes de comenzar a correr (cosa que al inicio no lo hacía, me daba miedo una hiperglucemia pero más sabe el diablo por viejo y si no la apago en ese tiempo no llego a los 5km sin hipoglucemia). Comencé poco a poco y caminando como pollo espinado después de las clases que Aaron, Mayra, Madian, Poly y José Ángel daban, cada uno con su forma de trabajo específico: fuerza, técnica, etc., poco a poco me sentí parte del equipo (soy un poco reservada y me cuesta abrirme) y fui viendo las mejoras al poco tiempo, la verdad había llegado en ceros pero después de dos años de ser completamente sedentaria y haberme llenado de hormonas para lograr el embarazo en abril estaba corriendo mi primer medio maratón sin calambres y con relativamente buen tiempo. Tuve un malestar ligero de la cintilla ileotibial puesto que soy pronadora, me identificaron el problema (que yo creía que era la rodilla pero viene desde arriba) y me recomendaron algunos ejercicios de estiramiento para mejorar, hielo después de correr y el tipo de zapato para usar, cosas que honestamente no lo sabía y me ayudaron a disminuir el malestar y reforzar la zona que quizá de haber seguido empíricamente me habría lesionado poniendo en riesgo mi objetivo. A 6 meses de haber comenzado estoy por correr mi primer maratón, con emoción , ansiosa pero tranquila de haber realizado "mi tarea" todos estos meses.


En Facebook tenemos un espacio donde todos compartimos dudas, consejos, nos ponemos de acuerdo para las sesiones de entrenamiento en grupo y echamos porras a todos (conociéndolos o no físicamente) después de todo sabemos que estamos en la lucha juntos y nos acompañamos. Soy afortunada en ser parte de este equipo, de poder aprender tanto de tan buenos entrenadores y excelentes personas además de los compañeros de entreno.


Como conclusión puedo decir:

* si quieres realmente hacer un entrenamiento seguro, supervisado busca un grupo o equipo con un entrenador que te de un plan de entreno adaptado a tus características y necesidades.

* plantea tus objetivos, confía y apegate a lo que te digan los entrenadores, no por nada están donde están y saben porque y para que te lo dicen, si no estas dispuesto a hacerlo piénsatelo dos veces.

* si ya estas en un equipo pregunta, pregunta mucho, no hay peor cosa que quedarse con la duda o un malestar, el chiste es avanzar.

* si tienes diabetes o alguna enfermedad que implique un cuidado mayor busca un entrenador que sepa de ello, es como ir con un médico general a tratarte la diabetes o ir con un endocrinólogo, quizá la base es la misma pero ese plus de conocimiento marca una diferencia enorme.

* a seis meses de haber comenzado a entrenar puedo decir orgullosamente... #SoyAquiles.


viernes, 9 de mayo de 2014

#AVecesOdioLaDiabetes

Esta semana he cambiado mi horario de entreno e intensidad del mismo, ya se acerca el maratón y ahora viene lo bueno, aunque los entrenadores lo hacen parecer "tranquilo" la suma de kilómetros más las clases de fuerza y técnica de carrera ya se sienten. Aunque parezca loco, me siento más motivada y con más ganas de correr, es decir, ya esta llegando ese momento en que uno necesita hacer ejercicio y se siente ansioso si no lo hace... si, ese momento en que descubres que se esta convirtiendo en un vicio, afortunadamente de los buenos.

Lo bueno de que se haga "vicio" es que la carrera se hace más fácil, justo en el momento en que tienes que correr más kilómetros, lo malo es que, cuando por algún motivo no puedes hacerlo surge una sensación de incomodidad, coraje, frustración y le pueden agregar algunas cosas más. 

Pero, ¿qué pasa si no puedes correr porque a tu diabetes no se le ocurrió estar en forma? Pues eso me ha pasado esta semana, aunque debo aceptar que no es totalmente culpa de la diabetes sino mía por no considerar algunos aspectos pero igual no puedo evitar decir #AVecesOdioLaDiabetes, porque sin la diabetes simplemente podría correr y correr dejando al páncreas preocuparse por aspectos que se me estaban pasando por alto, nada de tomar glucosas, jugar con las cifras para lograr un control antes, durante y después de la carrera. Los que no tienen diabetes ni saben lo afortunados que son al poder correr sin considerar estas situaciones o hacer todo un ritual para entrenar o correr una carrera, lo suertudos que son al no encontrarse en medio de un entrenamiento sintiendo que tu cuerpo puede correr, subir, bajar, hacer squats, burpees, pliometria peeeerooooo simplemente no tiene fuerza, es como tener un coche último modelo, súper afinando pero sin gasolina... totalmente frustrante.

Justo eso me ha pasado esta semana, hipoglucemias durante los entrenos, pero hoy descubrí la causa, lo cual me pone un poco feliz porque sabiendo la causa puedo trabajar en la solución, digo poco porque esa causa no me dejo terminar el entrenamiento, les cuento. Mañana me tocaba correr 16km en series de 1km zona 2 (ritmo suave) + 3 series de 5km zona 4 (ritmo alto) pero como es el día de la madre aquí en México decidí cambiarlo y correr hoy. Había comido tarde y como sabía que iba a correr no considere 30g de carbohidratos de la comida justo para que la glucosa no estuviera tan "normal" y pudiera correr. Dos horas cuarenta y cinco minutos después de comer estaba lista para correr, glucosa 223mg/dl, no la mejor así que decidí no suspender la microinfusora y para no cargar el jugo mejor lo deje en el coche. Km 4, sentí como mi ritmo de carrera disminuía, no creí que la glucosa estuviera mal pero igual apague la bomba, ya me checaría en el siguiente kilómetro. Km 5, glucosa: 64 mg/dl ¡¡¿qué?!!, ¡¡pero si andaba lo suficientemente alta para aguantar al menos los 7km!!. Cuando son distancias largas suelo correr en un parque alrededor de una presa, son 7km la vuelta, me gusta porque si te llegas a cansar a la mitad no te queda de otra que acabarlo, lo malo, no puedes tomar una salida de emergencia si tienes hipoglucemia, así que, me quedaban 2km. Decisiones, no dulce cerca, no glucosa en sangre suficiente,  estaba oscureciendo, ¿camino, corro?. Sí camino tardare más en llegar al coche por el jugo, si corro será devorarme la poca glucosa, así que camine-trote, llegue al coche, glucosa: 52 mg/dl, supongo que no bajó más por la ansiedad que me dio, realmente me asuste, tanto que estuve en contacto con mi marido informándole como me sentía y donde estaba mientras llegue al coche y me tome el jugo. Igual quería seguir corriendo así que regrese por los otros 9km que me faltaban. Comencé a correr y no habían pasado ni 200 mts cuando vi la microinfusora, quite el suspendido y vi la última información: insulina activa 0.6 unidades, me detuve, no tenia casó seguir corriendo. Si mi glucosa era 52mg/dl y me había tomado 28g de carbs que equivale aproximadamente a subir la glucosa hasta 145mg/dl peeeero, le descontamos el efecto de la insulina que aún sigue activa en mi cuerpo 0.6 unidades =-30mg/dl me queda una glucosa de 115mg/dl sin considerar el efecto del ejercicio, con esa glucosa no llego ni a la mitad del parque de nuevo, ya era noche y decidí no arriesgar. Frustrada, enojada pero tranquila con la decisión de detener el entreno y alegre porque entendí que lo que me provocaba las hipoglucemias esta semana era no haber considerado la insulina activa (según el tipo de insulina es la duración y tipo del acción que tiene, en el caso de la microinfusora uso insulina lispro, que tiene una acción inmediata y su efecto dura aproximadamente de 2 a 4 horas). 

En fin, resulta que al correr en las mañanas no tengo insulina activa así que no la había considerado y para evitar las hipoglucemias sólo tenía que hacer ajustes de la microinfusora suspendiéndola y administrando carbohidratos necesarios. Sí entreno en la tarde debo considerar la insulina activa, así que las cifras con las que me manejaba para correr en la mañana no son suficientes y tengo que "compensar" con una carga de glucosa más para evitar la hipoglucemia.


Lecciones aprendidas: número uno, considerar insulina activa. Número dos, cambiar fuente de glucosa como los jugos a otro de más fácil transporte como los cubitos de azúcar aunque parezca caballo.

jueves, 8 de mayo de 2014

Crónica de un medio maratón anunciado…

El último fin de semana de abril fue mi regreso (para mi triunfal, aunque no en mis tiempos) a las carreras largas, hice mi primer segundo medio maratón después de dos años de haber prácticamente abandonado el mundo de las carreras.

Le había preguntado a mi entrenador si podía correrlo, me sugirió que lo llevara con calma a ver como me iba sintiendo en los entrenamientos, una semana y media antes de la carrera vi que tenía que correr 16km, mi oportunidad para saber si los correría o no. Aunque cansada disfrute de esos 16km especialmente por las glucosas, logre mantenerlas en un máximo de 140 mg/dl y un mínimo de 78 mg/dl, así que, nerviosa y todo, decidí correr el medio maratón, la verdad ya me había inscrito desde antes porque sabía que se agotarían los números y no quería quedarme con el “hubiera”.
Un día antes de la carrera me hidrate bien (raro en mi tomar agua por gusto, generalmente lo asocio con una hiperglucemia aunque no sea así, entonces tomo agua porque tengo que tomarla), comí algo de carbohidratos y vigile el conteo de estos (no quería que un mal conteo me llevara a una hipoglucemia o una hiperglucemia en la noche que me impidiera correr al día siguiente), me fui a la cama lo más temprano posible, tratando de dormir porque el nervio no me dejaba: “y si no término” le decía a mi marido, “y si traigo al tránsito y la ambulancia atrás de mi por lo lenta”. Él me daba ánimos pero el nervio, ese nervio del corredor antes de cada carrera sin importar cuantas hayas corrido antes siempre esta presente.
Después de una noche con algo de llovizna a las 6:40 de la mañana del domingo 27 de abril sonó el despertador. Contrario a otros días no necesito esperar la segunda alarma, me levanto y comienza la rutina pre-carrera, checo glucosa: 87mg/dl, perfecto pero no para un día de carrera, me tomo un yakult (15g de carbs) con lo que esperaría una subida de glucosa a 137mg/dl, me doy un baño para despertar, short, playera del equipo (ya les platicare de ellos), calcetines si que quede una molestia o algo incómodo, tenis, reloj, monitor cardíaco (checo que si este recibiendo la señal), cangurera con glucometro, tiras, geles de glucosa, iPhone y audífonos, y me llevo un jugo, por sí las dudas… ¡¡estamos listos!!
Llegamos al área de salida, no veo a mi equipo pero me pongo a calentar, uno que otro conocidos, entre ellos mi hermano, comienzan a llamarnos al “corral”, me checo la glucosa, 114mg/dl, no suficiente para la carrera, suspendo la microinfusora y me tomo un jugo de uva (tal como lo hacía en los entrenamientos), mi marido y mi hijo juntó con mucha gente a un lado apoyandonos a todos los que corremos. 7:50 am, himno nacional, protocolo… listos… ¡fuera!!
Nervios nerviosos, 8:00 am salgo, no a velocidad alta, mantengo en la cabeza que voy por 21km y si exprimo la energía me quedare sin nada, es difícil porque el ritmo de los demás te jala, 4:58 min por km, ¡bajale, mantente! Me dije, mi ritmo para los 21km iría de 6:22 a 7:00 min por km. El cielo claro, sin una nube, mientras, la humedad de la lluvia del día anterior comienza a hacer estragos, yo que casi no sudo me sentía empapada y apenas iba en el km 5, tiempo de checar la glucosa: 189mg/dl, ¡nada mal, continuemos!, buen ritmo cardíaco, anímicamente bien (los primeros kilómetros para mi son los pesados, tengo que estar mentalizandome que puedo hacerlo, por qué o quiénes lo hago, pensar que mi familia está en la meta y no pensar en los kilómetros que faltan).
Km 7, el punto de no retorno, ahí el camino con los corredores de 10km se separa, momento de analizar como me siento y si decido correr los 21 o quedarme con los 10… seguimos a los 21, no me duele nada, la glucosa bien y el reproche que me daría por quedarme sólo en 10 sería peor que correr hasta los 21km.
Km 8, glucosa 220 mg/dl, “¿qué pasa?” Comienzo a repasar todo y entiendo que la adrenalina liberada por la emoción de la carrera pudiera afectar mis niveles, vuelvo a activar la microinfusora y me doy 0.7 unidades de insulina para bajar los niveles a 185 mg/dl. Ventaja del correr: tu mente esta “libre” para hacer esos cálculos sin afectar la carrera.
Km 9, corría por zona conocida, por donde vivo, veo vecinos apoyando a corredores, los saludo y comienzo a buscar, sabía que mi papá estaría ahí con un jugo en la mano por sí las hipoglucemias, veo su sonrisa y me llena de energía ¡claro que lo terminaré!, me toma foto y le digo gracias pero no gracias al jugo y continuo más motivada porque se lo que a mis papás les implica que yo haga estos pequeños logros, sobretodo a mi papá que fue el que me impulso a esto de la corrida.
Km 14, 9:30 am aproximadamente, el calor y la humedad es insoportable, sin embargo me veo sonriendo, mi niño corrió la carrera infantil de 1 km y mi esposo me mando mensajes de ánimo y una foto del chaparro con su medalla, corriendo por la avenida principal de la ciudad saco mi lanzadora y me pincho el dedo, por la misma circulación sanguínea sale un chorro (literal), la gente en la calle y los otros corredores me ven, espero ansiosa que me pregunten que hago para poder presumir que tengo diabetes y si, estoy corriendo el medio maratón, porque puedo. Glucosa 187mg/dl, ¡yeiii, soy buena en eso de los cálculos!, me siento orgullosa de mi y sigo corriendo.
Km 15 tome un poco de gatorade (como lo dan en bolsitas no se cuántos carbos tome, así que al tanteometro) y agua, no sólo para tomar sino para poner en las piernas para refrescar y relajar ese dolorcito que me había comenzado en la rodilla derecha.
Km 18, me juntó con una señora y Enrique (no lo conocía y nos presentamos hasta la meta con todo y foto, era su primer medio maratón), ahí nos íbamos echando porras, en esos momentos todos estamos en la misma condición , si uno se iba rezagando le decíamos: ¡anda, anda, ya estamos, ya llegamos". Glucosa 178 mg/dl, no tan mal el tanteometro, aunque ya sabía que después del km 12 la glucosa se estabiliza y ya no hay tantas hipoglucemias, sólo es cuestión de mantenerla en orden. Debido a que mi lanzadora salió volando al checarme llego la tan ansiada pregunta: ¿qué es eso?. Feliz y orgullosa respondí: tengo diabetes y necesito checar como va mi azúcar en la carrera ante lo cual vinieron más preguntas, las cuales, entre respiro y respiro conteste. Mi ritmo de carrera no era el mejor pero ya estaba cerca de llegar, ahora si podía apretar más el paso aunque el dolor de la rodilla continuaba.
Km 20, ¡ya estaba, lo había logrado! Veo a mi mamá, yo más que feliz y ella con lágrimas en los ojos al verme con mi sonrisa: “¿quién dijo que con la diabetes no se podía?” le dije, la bese, abrace y continúe. Mi papá corriendo unos metros a mi lado me dijo “ya, ya lo hiciste”.
No se puede explicar el sentimiento de esos últimos metros, sabiendo que estaba la gente que amo en la meta, que había estado ahí por esas dos horas con veintitrés minutos, esa visualización de llegar a la meta ya era una realidad, y con una buena glucosa que es lo importante para mi.
Km 21 y tantito… Veo salir a mi niño y a mi sobrina para acompañarme en los últimos metros y pasar triunfantes por la línea de meta, después de todo, también es su carrera. Cruzo la meta, a la derecha esta parte del equipo echando porras, me dan mi medalla y veo al fondo mi mayor recompensa, mi familia. A diferencia del otro medio maratón en este no hubo calambres, cansancio extremo, hipoglucemias o hiperglucemias, lo cual habla de un buen entrenamiento, controles y que el trabajo realizado durante estos dos meses fue fructífero. No me cheque la glucosa al finalizar sino hasta antes de desayunar: 165 mg/dl. ¡Misión cumplida!
Una vez más se ha ganado una batalla a la diabetes, una de las tantas que nos faltan, pero sobretodo una vez más se demostró que la diabetes no controla ni te dice lo que debes o no hacer, no manda sobre lo que puedes o no puedes. Es uno el que controla la diabetes y le dice hasta donde quieres llegar, por ahora llegamos a los 21km… pero este es sólo el inicio.

viernes, 25 de abril de 2014

Ahí si me disculpan, yo NO soy diabética... yo TENGO diabetes.

Hace unos días leí en un blog sobre el efecto de la palabra "diabético" en las personas con diabetes. En mi experiencia al inicio me daba peña decirle a mis amigos, sólo muy pocos lo sabían. ¿Por qué lo ocultaba? Porque a pesar de que yo no me sentía diferente conocía el concepto que se tiene del "diabético": persona enferma, se va a morir, tiene complicaciones, final inevitable, "pobre gente" y un largo e interminable etcéteras que provienen solamente de la ignorancia, la cual se incrementa con falsos "médicos" que "curan", comerciales de televisión donde no se le puede abrazar al "diabético" porque le duele. Todo eso me hacia ocultar mi enfermedad para evitar lo que parecía inminente: el rechazo.

Fueron años de trabajo, auto conocimiento y conocimiento de la enfermedad lo que me ayudo no sólo a dar la cara y decir "tengo diabetes" sino a trabajar en quitar esa venda de los ojos sobre la diabetes a todos los que se dejen. Quitar esa venda que dificulta enormemente que las personas con diabetes lleven un control adecuado. Especialmente porque si no se acepta la enfermedad no se puede trabajar con ella, a qué me refiero, bueno, siempre uso esta analogía: supongamos que la diferencia entre tener diabetes y ser diabético es como tener un coche y ser un coche. Sí uno TIENE un coche y el coche anda fallando pues lo lleva al técnico (doctor), lo arregla, lo cuida, lo lava, le pone la mejor gasolina que pueda y que quede con el coche (no va a ponerle diésel a un coche que requiere gasolina premium) en fin, sabe lo valioso que es el coche y lo cuida para conservarlo lo más posible. Sí uno en cambio ES un coche, pues va a depender de lo que el dueño decida (en este caso el dueño termina siendo la diabetes porque se lo permitimos) así que dejamos que se ponga mal, no hacemos chequeos porque, siendo honestos, somos un coche, no tenemos decisión propia sino lo que nuestro "dueño" quiere hacer de nosotros, pero como nuestro dueño es solamente una enfermedad no hay control, no hay guía y tarde o temprano o terminamos desvielandonos o cayendo a un barranco. 

En lo personal me molesta y desata mi "furia Samurai" cuando me dicen: "ahhhh eres diabética". ¡Grrrr y más grrrr! "No, no lo soy", les respondo, "tengo diabetes que es diferente" y ¿por qué es diferente? Porque para mi, la diabetes es una condición en la que debo ajustar cosas (que seamos sinceros, muchos con o sin diabetes deberían hacer algunas) como ejercicio, alimentación y medicamento. La verdad es que ya ni lo siento diferente, en casa comemos bien porque nos gusta comer bien, no porque TENGAMOS que comer bien, nos gusta hacer ejercicio porque somos adictos a las endorfinas que liberamos y nos hace feliz, no porque TENGAMOS que hacer ejercicio. Tomamos o inyectamos las medicinas porque... Ahí si porque TENEMOS que hacerlo, pero lo hacemos porque sabemos que nos ayudan a estar controlados y eso nos hace estar bien.  

¿Por qué digo que en casa hacemos y tenemos? Podría pensarse que en dónde hay una persona con diabetes lo ideal es que toda la familia se una, cambien hábitos y eso es cierto. En mi caso, además de lo anterior es que, excepto nuestro hijo, mi marido y yo tenemos diabetes. Él tiene diabetes tipo 2 de diagnóstico temprano y a diferencia mía, después de su diagnóstico y antes de conocernos, si le ofrecían algo con azúcar decía (y dice) "no puedo, tengo diabetes" pero con un orgullo que ya quisiéramos muchos con diabetes, pero ¿qué hace que lo diga de esa forma? Lo hace porque sabe que cualquiera que lo viera no le creería que tiene diabetes, es más, creo que no se ha visto físicamente tan sano como ahora. Para mi es un ejemplo porque todos los días, así llegue cansado del trabajo, haya sido un buen día o malo, se va al gimnasio y hace sus rutinas de pesas, nadie lo tiene que convencer (a mi en cambio muchas veces es él el que me empuja a ir a entrenar). En mi casa vivimos con diabetes pero NO somos diabéticos, incluso podemos divertirnos con la diabetes dejando claro en cines lo potencialmente dulces que somos al asegurarnos que nos den refresco light y no regular o en el súper leyendo las etiquetas de los productos y rechazando lo que nos ofrecen diciendo "uhhhh ya viste la cantidad de carbohidratos que tiene y de esos ¡¡ x tantos azúcares!!"

Yo no soy diabética, nunca lo he sido y nunca lo seré. Yo no se sí moriré por la diabetes o porque un día me caiga un meteorito, pero lo que SI se es que no voy a ser diabética y espero convencer a más gente de que no lo sean. Yo se que seré una persona CON diabetes, al menos hasta que descubran una cura (aún parece lejano), pero una persona con diabetes como cualquier otra que no la tiene y haciendo cosas que incluso gente "sana" (aunque si me preguntan yo no me consideró enferma a menos que me de gripa o algo así) no haría, como correr un maratón.


Y retomando los controles, este domingo corro 21km en una carrera de la ciudad yeiiii y miedo!!! Me preguntaron la otra vez: "¿y cuanto tiempo vas a hacer?" La verdad no se, no me interesa (mientras no me vayan pisando los talones el tránsito y la ambulancia), me interesa llegar bien, completa, con un aprendizaje de mis glucosas en tal distancia, sin hipoglucemias, sin hiperglucemias. En fin, me interesa que sea un buen día para correr, porque hay días buenos y días malos, hoy fue un día bueno para entrenar: glucosa preentrenamiento 81 mg/dl + 1 jugo jumex sabor guayaba (no, no los promociono ni recomiendo, pero me han funcionado) com 22 g de carbohidratos (azúcares viles) + 7km = 93 mg/dl " Ü "

viernes, 18 de abril de 2014

El reto son 100 días...

Este post no tiene nada que ver con diabetes o con correr, o quizá tiene todo que ver con ello, porque al final, el vivir con diabetes tiene mucho que ver con la actitud con la que se toma el tener esta condición, mientras que el correr tiene mucho que ver con disciplina y hacer una y otra vez ciertas rutinas que te van fortaleciendo no sólo el cuerpo sino la mente. 

Hace un tiempo surgió un "movimiento" (por llamarlo así) llamado #100happydays, comencé a checar y se me hizo interesante la idea, aunque nunca me metí al grupo si comencé a poner en práctica algo de su "teoría".

La idea es que, siendo realistas, pocas veces se realza algo bueno. La mayor parte del tiempo tenemos las antenas listas para ver sólo lo malo y así es como se convierten nuestros días, sólo viendo lo malo, hasta que se vuelve algo tan cotidiano que ni siquiera nos damos cuenta. ¿Qué pasa si, al contrario de nuestra cotidianidad negativa, vemos lo positivo, aunque sea una cosa y lo realzamos y le tomamos foto o lo mencionamos (así como mencionamos la queja del tráfico, del jefe, del vecino, etc)? ¿Qué pasa sí reconocemos aunque sea una sola cosa que nos haya sacado una sonrisa en el día? Hay días en que aparentemente no pasa nada increíble o sorprendente, pero de repente volteamos al cielo y observamos que tiene un azul que nos tranquiliza y es entonces que una sonrisa aparece en nuestro rostro. O vemos a nuestro marido al lado y nos cae el veinte de que estamos perdidamente enamoradas por el simple hecho de ser ellos y eso nos hace feliz. O nos damos cuenta de la forma en que ha crecido nuestro hijo y observar que es un niño increíble, que es tu mayor logro en la vida y entonces, entonces sonríes. ¿Cómo es que no nos damos cuenta de ello todos los días?

Alguna vez me dijeron: "Si, pero hay gente, algunas veces la gente que más queremos o con quien convivimos todos los días los que nos resaltan lo malo. Es difícil ver lo bueno si cuando algo que te parecía increíble a tu otro referente se le hace una tontería". Pues fácil, sólo es malo si tu te dejas que sea malo, todo es cuestión de percepción. Lo importante es que a ti te haga feliz, que a ti te saqué una sonrisa. Ten la seguridad que si tu otro referente ve lo feliz que eres, eso lo hará feliz y quizá, aunque no lo divulgue, quizá estará "parando antenas" a algo que le haga feliz, quizá el verte feliz le haga su día y si no, tampoco es tu problema ni debería ser algo que te impida ver lo bueno de tu día.

Hay que ser necios a veces. Algo que me hace muy feliz es abrazar a mis papás al menos una vez al día. Por ahí leí que sí abrazas por 20 segundos a alguien el abrazo puede volverse terapéutico. Un día decidí probarlo con mi mamá, me sorprendió que 20 segundos descubrir haciendo algo que no acostumbras pueden sentirse como un minuto, pero eso pasa. Al inicio mi mamá se quedaba estática, ahora aunque a veces por el trabajo pareciera que no tiene tiempo para un abrazo, se que lo disfruta. Estoy tan agradecida por tener esta oportunidad porque se que son los 20 segundos más enriquecedores y terapéuticos de mi día. Mi papá es un poco más renuente pero también se que le gusta cuando lo logro pescar esos 20 segundos.

Dicen que el que busca, encuentra. ¿Qué tal buscar sólo lo bueno? Porque lo malo de seguro llegara, por aquello del equilibrio, pero les aseguró que no tendrá el mismo efecto cuando uno se enfoca en lo bueno que en lo malo.


El reto son 100 días, voy en el día 36 y creo que eso ha permeado incluso en mi familia, trabajo, amigos. La felicidad definitivamente se contagia.