lunes, 31 de marzo de 2014

It's all about the sugar…

Alguna vez has corrido la misma distancia un día genial y otro día peor? Es realmente fastidioso cuando eso pasa pero lo importante más que quejarse es conocer que hay muchos factores que influyen: el calor, el frío, lluvia, la alimentación, la hidratación, etc.
De qué depende que una carrera sea buena o mala?, que tengas el rendimiento que deseas y por el que has entrenado o no? en una persona con diabetes todo se resume además de todo lo arriba mencionado en: los niveles de azúcar antes, durante y después de la carrera o entrenamiento.
Las cifras ideales para un paciente con diabetes es de 80-110, estas varían después de las comidas y se ajusta el medicamento según los objetivos planteados por los médicos. Para lograr este control es necesario conocer el tipo de medicina que te están indicando, su efecto, su duración, su aplicación, etc. En mi casó la tengo fácil, uso microinfusora de insulina (también llamada “bomba de insulina” pero después del 11S tuvimos que ser cuidadosos con esos términos especialmente en aeropuertos, oficinas de gobierno, al sacar la visa, etc.).
Anteriormente usaba un esquema de insulina bastante cerrado, con el cual tenía que desayunar, comer, cenar la misma cantidad de carbohidratos, a la misma hora, hacer la misma cantidad de ejercicio para que el ajuste de la medicina fuera el más adecuado, pero aún con todo ese trabajo un poco de ejercicio de más o un antojo (y no necesariamente azucaroso) y la glucosa se descontrolaba.
Desde hace unos años uso la microinfusora de Medtronic, la cual es una maravilla, porque a pesar de que la base es un adecuado conteo de carbohidratos antes de cada comida ( o cada cosa que coma que los contenga) y checarme el azúcar al menos antes de cada alimento, me da la libertad de comer más si quiero más o menos si de plano ya no puedo o no tengo hambre, también en lo que respecta al horario, es más amable, porque ya no tienen que ser horas fijas. Es, digamoslo así, lo más parecido hasta ahora al funcionamiento de un páncreas, en el que uno tiene que hacer todos los cálculos que hace el páncreas y aceptemoslo, el páncreas es más inteligente que nosotros en cuanto a relación insulina/carbohidrato, sensibilidad a la insulina, pero nos acercamos.
Entre las maravillas de usar la microinfusora se encuentra el sensor de glucosa, el cual me da lecturas de glucosa cada 5 minutos así como tendencias y predicciones, lo cual me ayuda a evitar hipoglucemias mientras corro, debido al costo actualmente empleó el glucometro checandome al iniciar el entreno, cada 5 km o si me siento “rara” (ahora lo explico) así como al final, pero dejaré la opción del monitoreo continuo de glucosa para los entrenamientos más intensos y para el maratón.
Para retomar el título del blog, una mala o buena carrera depende de la glucosa, así que uno se debe volver experto en sí mismo, conocer cómo reaccionaría el cuerpo y en eso estoy, conociéndome y adaptandome.
Les voy a contar dos experiencias:
El entrenamiento del sábado pasado fue genial, glucosa pre entrenamiento a las 7:30 am de 93 mg/dl, aún así apago la microinfusora y me tomó un jugo jumex azucaroso con 23 g de carbohidratos de absorción rapidísima, me dispuse a correr y vi como mis tiempos,iban bastante bien y mi ritmo cardíaco se mantenía en 170-175 ppm, hice de los mejores tiempos y aunque me tocaban 5 series de 1 km en zona 4 de ritmo cardíaco y 1 km de calentamiento me chute 6 series, porque me sentía genial!!, glucosa al finalizar 93mg/dl… me sentí toda una master en esto de la carrera y la diabetes.
El día de hoy me tocaba correr 10 km en zona 2 es decir, abajo de 150 ppm (mi entrenador, el Doc. como le decimos me había comentado que arriba de 150 ppm mi cuerpo era un devorador de glucosa ante lo cual hoy según yo, había tomado mis precauciones). 4:30 de la tarde, glucosa al iniciar110mg/dl, todo bien pero igual me tome mis 23 d de carbs de mi jugo, deje otro en el coche por sí lo necesitaba al acabar y apague la microinfusora, me funciono la otra vez, esperaba, si no los mismos resultados, si muy semejantes. Comencé a correr, no pude mantener el ritmo cardíaco que me indicaron, me ganaron las ansias de correr como el sábado e iba a 170 ppm. Al kilómetro 4.5 comencé a sentir como si me detuvieran, checo la glucosa (todo un show el monitoreo mientras se corre, del cual espero especializarme) 95mg/dl, ¡¡claro que no voy a terminar la carrera con esa glucosa!!, parada técnica: tomar 2/3 del segundo jugo y a seguir corriendo, algo no andaba bien, me sentía rara, pesada, lenta y aunque bajé velocidad no se veía reflejado en el pulso, estaba manteniendo 178 ppm y de inmediato lo relacione: ¡las hipoglucemias aceleran el pulso!. Así que en el kilómetro 7.5 vuelvo a checarme: 55mg/dl, ¡¡lo sabía!! Parada técnica número dos: sólo quedaba 1/3 del jugo, a tomarlo y como soy bien necia termine los 10 km que me tocaban, la glucosa ya iba mejorando, el pulso disminuyo un poco 165ppm y mi glucosa ya estaba en 90 y justo cuando ya me sentía encarrerada se me acabaron los kilómetros, obviamente el tiempo que hice por kilómetro no fue el mejor y no se acerco al que había realizado el sábado pasado pero me dio oportunidad de hacer cuatro notas mentales:
  1. Considerar el calor como un agente que acelera el uso de la glucosa, así que si el sábado corrí tempranito y medio fresco y hoy se me ocurrió correr en el pleno caloron de la tarde, los resultados no iban a ser iguales.
  2. Considerar insulina activa, por poco que sea tiene efecto en la carrera. Mi error: no observar en la microinfusora que tenía 0.4 UI activa de la dosis de la comida.
  3. Aunque parezca el Pipila, no dejar el jugo en el coche para no tener que desviarme por el, quizá no lo utilice, pero más vale prevenir.
  4. Apagar la microinfusora media hora antes de iniciar a correr tal como sugirió el Doc, para así evitar el flujo de insulina y dejar queda ejercicio haga su trabajo sobre la glucosa.
Como se verá, aunque la primera carrera fue increíble, no me dio tanta información como la segunda y aquí en la corredera ese es el chiste, saber qué se puede hacer mal para tomar acciones y evitarlo en un futuro y más aún en un maratón y hacer de este una experiencia increíble.

martes, 18 de marzo de 2014

Caras vemos...

Buenos días por la mañana y aprovechando el día de descanso de ayer les voy a contar la parte de mi historial médico y el por qué el maratón no es cualquier cosa para mi, con esto y con la entrada anterior de mi herencia por correr se irá tomando más sentido a la intencionalidad de este blog.
En general he sido una persona sana, pero cuando mi cuerpo decide enfermarse no se va con medias tintas. A mis 9 años mi papá paso por mi a la escuela como cualquier otro día, aunque esta vez yo estaba morada (y no precisamente de envidia) inmediatamente me llevaron al hospital, yo realmente no me sentía mal pero por la cara de mis papás y las reacciones médicas supe que no andaba nada bien, diagnóstico: crisis asmática con un montonal de alergias; recomendaciones: vacunas, evitar polvo, peluches y sobretodo evitar ejercicio extenuante, algo así como…correr.
Después de seguir tratamientos comencé a hacer ejercicio, me sentía bien, así que entré a basquetbol, atletismo y kickball; todo fluía bien. Cuando tenía 16 años me fui a hacer uno de esos famosos “intercambios educativos” a los “United” me tocó en un pueblito llamado Marianna, Florida. Unos meses después de mi llegada comencé a tener unos síntomas raros, yo que soy malísima para tomar agua me veía bebiéndome incluso unos 5 litros de agua diarios con la consecuente y odiosa ida al baño, sueño, muuuucho sueño y de pesar mis 47 kilos habituales comencé a adelgazar llegando a 39 kilos.
Por situaciones del destino y diría yo muy afortunadas cambie de familia anfitriona con unos ángeles llamados Jorge y Martha y digo afortunadas porque justo un día después de “Thanksgiving” comencé a sentirme rara, comencé a temblar y me llevaron al hospital, sólo recuerdo haber llegado a la sala de urgencias y despertar justo cuando mi mamá iba entrando al cuarto del hospital un día después (llegar a ese pueblito requería varios transbordos incluyendo un avión de esos guajolotero y más de una hora de carretera). Dicen que me hicieron una cantidad enorme de estudios y justo antes de que me hicieran una punción lumbar salió un resultado que cambiaría mi vida y la de mi familia radicalmente: glucosa en sangre 1150 mg/dl (el rango normal es 80-110 mg/dl), diagnóstico: coma diabético y diabetes mellitus tipo 1. Lograron estabilizarme, enseñarme ligeramente como sería mi nueva vida incluyendo una gran cantidad de NOs que según ellos yo tenía que seguir si quería estar bien: NO cereales, NO azúcar, NO mucha fruta, NO pizzas, NO hijos, NO vida, etc., por fortuna tengo una familia de SÍ y con ellos comenzamos a trabajar en equipo, como les había platicado mi papá con el ejercicio, mi mamá con la alimentación (la cual de por sí era sana solo ajustamos un poco más) y mi hermano en lo social, se juntó con mis amigos y me ayudo a no aislarme ni sentirme diferente.
Gracias a la diabetes elegí una carrera hermosa, la nutrición y decidí que sí tenía un “problema” lo atacaría mejor mientras supiera más de el, así que me especialice en todo lo relacionado con la diabetes siendo ahora para mi más que una profesión un hobbie que disfruto compartiendo lo poco que se con mis pacientes con la ventaja de decirles: ¡si, se como es eso, se como te sientes!.
Yo decía que pues mi cuota de enfermedades ya la había cubierto pero nooooo, aún me faltaba. Justo estaba por terminar la carrera, estaba haciendo mi tesis, trabajo de campo en un hospital, trabajo voluntario en la Asociación de Diabetes y cubriendo las materias para titularme por excelencia cuando comencé a sentirme cansadisima, mi glucosa estaba bien así que no era un desajuste de la glucosa, mi mamá entonces me sugirió vitaminas pero nada ayudaba, me sentía como si hubiera corrido un maratón (en realidad no se cómo se siente pero pronto espero saberlo), al subir las escaleras lo tenía que hacer tomándome del barandal, la sensación del contacto del agua con mis manos era semejante a meterlas en agua hirviendo y tenía un hormigueo constante.
Una noche mis papás invitaron a un amigo doctor a cenar y le contaron mi situación, el sólo dijo, mañana llévalo con un neurólogo en el hospital y ahí nos vemos, yo no quería ir porque tenía que trabajar (a veces soy medio obsesiva con eso) pero a la mañana siguiente cuando quería ponerme el pantalón ya no podía agacharme y al intentar bajar las escaleras mis piernas no respondieron, mis papás me ayudaron a vestirme y salimos volando al hospital.
Después de otra serie de estudios (desde los de sangre hasta los de clavarme tipo alfileres para ver la conducción eléctrica de mis nervios) los médicos concluyeron que era neuropatia diabética con lo que mi endocrinólogo no estuvo de acuerdo pues mis niveles de glucosa se encontraban en rangos normales, buscamos segundas opiniones, y otro neurólogo le dio al clavo, diagnóstico: Síndrome de Guillain-Barré. Para no hacerlo más largo, este síndrome incluye la destrucción de la mielina, la capa que recubre los nervios (destrucción realizada por mi increíble e hiper efectivo sistema inmunológico que cuando ataca un virus se emociona y destruye no sólo los virus sino todo lo que encuentra en el camino, la diabetes y el asma también son ocasionados por este pequeño travieso que tengo dentro de mi), los nervios quedan como cables pelones, echando chispas, con lo cual los dolores son realmente insoportables al grado en que me recetaron morfina, la cual sólo me inyectaron unas pocas veces pues mi mamá tenía miedo que me causara adicción, de ahí a aguantarme con otra medicina menos efectiva pero que al menos me tenía consciente por unos días, el dolor cedió pero venía una de las pruebas más grandes para mi y mi familia: la parálisis. A un par de días que el dolor cedió perdí la movilidad completa de mis piernas y mis brazos. Mis manos no tenían fuerza ni para levantar un tenedor así que mis papás tenían una bebe de veintitrés años en casa a la que tenían que bañar, vestir, darle de comer, voltearla de un lado a otro para evitar que me salieran llagas y cuidar día y noche . El pronóstico era que estaría así al menos un año y con rehabilitación comenzaría a caminar al año y medio cosa realmente horrible para alguien como yo que gusta de andar de arriba para abajo.
Como les había dicho mi familia es una familia de SÍ pero en esa ocasión dijimos NO, no vamos a esperar así que buscamos rehabilitación y encontramos unos maravillosos doctores cubanos que me hicieron llorar y sufrir pero al cabo de seis meses estaba (con ayuda claro) caminando nuevamente. Reaprendi a escribir, a gatear, a dar mis primeros pasos y a valorar un par de pies que me llevan a donde yo quiero y una hermosa familia que está al pie del cañón con más amor del que uno pueda creer que existe.
Cualquiera pensaría que tengo mala suerte o que me ha ido mal, pero no, soy una afortunada porque además de tener una familia y amigos que me han respaldado a pesar de todo, las enfermedades que he tenido o tengo son tan benévolas porque me dan la oportunidad de que sí yo quiero y me cuido es como si no las tuviera (seamos realistas, hay cosas peores) y más aún, de cada enfermedad he aprendido, no sólo en el ámbito como profesional de salud sino como persona, me han ayudado a ser más humana, valorar cada momento, cada persona a mi lado y entender que a veces, caras vemos pero sufrimientos no sabemos…

sábado, 15 de marzo de 2014

Y comenzamos!!!

Y comenzamos!!


Como ya habrán leído en mi perfil, soy una persona de retos pero también de sueños e ideales, en esta ocasión el reto me va a costar un poco más. Tengo casi 19 años con diabetes (ojo, no soy diabética, porque la diabetes es para mi tan sólo una condición, más no define lo que soy) y llevo unos cuantos corriendo. El vicio por correr lo herede al igual que mi hermano (que es ya un maratonista empedernido y le hace también a eso del triatlón, ósea, ya está en otro nivel digamos) por mi papá que, por azares del destino y gracias a que mi mamá tiene un despertador biológico muy tempranero (con lo cual él también se despertaba) salía de madrugada a correr hasta que se formo el hábito de correr y aún continúa haciéndolo. Cuando me diagnosticaron con diabetes y supimos que el ejercicio era una forma de mantener la enfermedad a raya mi papá se enfocó en inculcarme el gusto por algo que él hacia muy bien...correr. 

Así, al menos tres veces por semana me levantaba antes de las seis de la mañana a correr, yo lloraba mientras corría pero lo hacía, cuando mi papá ya no me podía acompañar buscó una forma de motivarme y claro que la encontró, me pagaba 10 pesos por kilómetro recorrido, poco, mucho, no se, pero yo era una adolescente que comenzaba a manejar y necesitaba dinero para la gasolina y salir con mis amigas así que me puse a correr hasta que me gusto. Tal fue el gusto que a mi papá ya no le convenía aquel trato que teníamos y la verdad a mi ya no me importaba, yo lo que quería era correr, tanto así que en la cajuela del coche traía mi maleta de deportes con mis tenis, shorts, playera y eso si, muchos dulces o jugos por aquello de las hipoglucemias y en cualquier oportunidad que tenía me iba al parque y corría. 

Llegue a correr desde carreras de 5 o 10 kilómetros hasta el medio maratón (21km), como todo en la vida a veces uno se absorbe tanto en la rutina y obligaciones que va dejando a un lado las cosas importantes, así paso, pero he regresado, y esta vez para bien y para mucho rato, retomamos el gusto para lograr la prueba suprema del atletismo...el maratón!!

En eso consiste este blog, no sólo en las pericias que una persona hace para correr un maratón: entrenos, desmañanadas, dormir temprano, etc., sino de esas pericias más las añadidas por llevar de compañera a la diabetes, chequeos de glucosa, hipoglucemias, ritmos cardiacos y mucho, mucho más, así que... comenzamos!!!